sábado, 23 de mayo de 2009

O


Libera del estrés y de la ansiedad. Produce un pequeño trance, una especie de apagón momentáneo del cerebro y dura unos segundos. Dicho así parece que estuviéramos hablando de un ligero vahído, pero no señora no.
Si a todo lo anterior le unimos el placer que produce y que se obtiene mediante algún tipo de actividad sexual, seguramente habrán caído (o eso espero) en que se trata del orgasmo.
Y es que de eso se escribe en un artículo que leo con el mayor interés porque siempre me he considerado una persona abierta a nuevos conocimientos que mejoren mi vida (y mis orgasmos, claro). Parece que dicha actividad tiene unos efectos beneficiosos puesto que nos aleja del miedo y de la ansiedad, disminuye la tensión, etc.
Sin embargo, la lectura del artículo me produce un profundo desasosiego puesto que, según los estudios realizados, sólo el 25% de las mujeres alcanza el orgasmo durante el acto sexual (no aclara si el 75% restante lo alcanza antes, después o nunca). Vaya para éstas últimas mi más sincero abrazo de cariño.
Supongo que los hombres tenemos una gran responsabilidad en este desastre y es que, según creo, la mayoría sigue pensando que eso del sexo se basa en provocar un calentón de cintura para abajo, cuando, en realidad, lo que se debe estimular está de cuello para arriba.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo, que al leerte me ubico, afortunadamente, en ese 25%, añado a tu desolada entrada que la responsabilidad también está en nuestras manos. Digo bien: en nuestras manos. ¿Cómo satisfacernos si no nos conocemos nosotras primero? No puedes guiar a un hombre hasta lo que te gusta si tú no lo has encontrado primero.Así que: busca princesa, busca.

Ana García dijo...

Estoy de acuerdo con la anónimo. Si no sabemos lo que nos gusta, difícilmente se lo haremos entender a alguien. La cosa es que el otro sienta que tiene algo que entender o mejorar. Por eso creo que en esto influye mucho la empatía, el ponerse en el lugar del otro y pensar si está disfrutando o no, o lo que es lo mismo disfrutar cuando el otro lo hace.