Rumania nos sorprende gratamente. Esperabamos ver un pais menos avanzado pero al contrario, los rumanos nos reciben con sus mejores galas (y no era domingo).
Bucarest, la capital, tiene sus encantos y un centro historico muy bello. tambien tiene una enorme mole de eficio parlamentario construido en la epoca de Ciaucescu que da grima verlo.
Con ganas de ver algun vampiro nos dirigimos a transilvania pero nada de nada. No encontramos ningun chupacabra por lo bellos pueblos por los que pasamos: Brasov o Sinaia. Al contrario, sus gentes son muy amables y poco dadas a chupar la sangre de los mochileros que se encuentran a su paso.
Los dias no dan para mas y toca subirse a un tren nocturno hacia Serbia.