Un poco tarde (¡qué raro en mí!) me entero que acaba de llegar el Año Nuevo Chino (el del buey). Como no me aclaro, no sé si tengo que comprar uvas o lichis para celebrarlo.
Me imagino a 1.200 millones de criaturas agarrándose un ciego y haciéndo promesas para el nuevo periodo que nunca podrán cumplir. Así es la especie humana: se alimenta de humo.
La cultura china me impresiona. La literatura llena de profundidades, el cine que te transporta a una realidad onírica, su arquitectura y monumentos antiguos y, sobre todo, su manera de vivir tienen gran atracción sobre mi persona.
Tengo entre mis planes un viaje por ese país impresionante e incluso se me ha pasado por la cabeza estudiar el idioma (estoy calculando cuándo puedo tener ocho años libres para esta última empresa). Ya ven, yo también me alimento de sueños.
Una amiga, conocedora de mi forma de ser polemista, directa e irreverente, me dice que le recuerdo a algo chino, en concreto, a un plato de comida china. Mi cabeza se vuelve loca, imaginando una comida exótica, especial, fascinante, delicada y millones de adjetivos más.
"No, no" - me aclara-, "en realidad no me refería a la comida, sino que, por tu caráter, eres como un cerdo agridulce".
Me imagino a 1.200 millones de criaturas agarrándose un ciego y haciéndo promesas para el nuevo periodo que nunca podrán cumplir. Así es la especie humana: se alimenta de humo.
La cultura china me impresiona. La literatura llena de profundidades, el cine que te transporta a una realidad onírica, su arquitectura y monumentos antiguos y, sobre todo, su manera de vivir tienen gran atracción sobre mi persona.
Tengo entre mis planes un viaje por ese país impresionante e incluso se me ha pasado por la cabeza estudiar el idioma (estoy calculando cuándo puedo tener ocho años libres para esta última empresa). Ya ven, yo también me alimento de sueños.
Una amiga, conocedora de mi forma de ser polemista, directa e irreverente, me dice que le recuerdo a algo chino, en concreto, a un plato de comida china. Mi cabeza se vuelve loca, imaginando una comida exótica, especial, fascinante, delicada y millones de adjetivos más.
"No, no" - me aclara-, "en realidad no me refería a la comida, sino que, por tu caráter, eres como un cerdo agridulce".