miércoles, 28 de octubre de 2009

1+1, infinito


Lo de las parejas es un filón para uno que le da por escribir un blog. Uno de mis lectores me comenta que, quizás, por 30.000 monedas uno podría construir una relación "como Dios manda" si supiera que es para siempre.
Sobre esto último, me entra la duda de qué pasa si uno no cree en Dios. Claro, evidentemente no puedes construir una relación "como Dios manda".
Sin embargo, seguramente, aún teniendo la certeza de poder construir una relación para siempre por 30.000 monedas, tampoco le aconsejaba que las pagara.
Y es que lo interesante de la vida es levantarse cada mañana sin saber, a ciencia cierta, lo que ocurrirá hasta el momento de acostarte por la noche. Si uno sabe que, haga lo que haga, el asunto terminará de una determinada manera, pierde la magia.
También lo de "para siempre" me deja pensando. Me recuerda a las películas de juicios en que condenan a un inocente a cadena perpetua sin posibilidad de reducción y en la última imagen de la peli se ve al protagonista picando piedras en el penal. Escalofriante.
Yo sigo mi propia teoria: vive cada día como si fuera el último. El resto, vívelo como si tuvieras toda la vida por delante.

sábado, 17 de octubre de 2009

Juntos separados


Caen en mis manos, casi simultáneamente, dos artículos, uno de Lucía Etxebarria y otro de EPS hablando de nuestra fobia a los compromisos.
Este es un asunto de mucha actualidad en mi vida porque en todas las esquinas encuentro gente, ellos y ellas, quejándose de lo mal que están las relaciones de pareja y de lo mucho que querrían encontrar a alguien con quien comprometerse.

Del dicho al hecho hay un trecho. Y es que a muchas criaturas les da un tembleque tremendo eso de comprometerse para siempre o por un rato porque parecen que pierden libertad, quedan subyugados por alguna férrea bota o piensan que con lo fácil que es cambiar, para qué molestarse en conservar.

Claro. Unos ven el compromiso como una cadena perpetua y otros como una chorrada de tiempos pretéritos. Ni calvo ni tres pelucas, pienso. Creo que el compromiso empieza por uno mismo y por los valores propios y sigue hacia quien tiene uno al lado, renovándose día a día.

Creo que si pensamos que algo dura para siempre, lo cuidaremos menos que si pensamos que en cualquier momento puede terminar si no lo atendemos convenientemente. Dicho así, el compromiso parece una metáfora de la propia vida.

jueves, 15 de octubre de 2009

Desfogados


Tengo una compañera que me dice que parezco un libro de autoayuda. Mi carcajada al oír semejante halago (o eso creía yo) fue estruendosa.
Curiosillo como soy, le pregunto y me cuenta que lo dice porque siempre veo el lado positivo (o práctico) de las cosas, intento ayudar a quien me cuenta un problema y además creo que todo es más sencillo de lo que pensamos.
Otra compañera, intentando rematar la faena, saca el cuchillo de despellejar y me dice que está cansada de que, cuando me cuenta un hecatombe (para ella todo son hecatombes, el fin del mundo, la muerte, un rollo, un problema, un horror, Dios Mío, no puedo más, me quiero morir y cosas similares) yo intento calmarla, le transmito mi opinión al respecto y le ofrezco una posible solución al asunto. Lo único malo de la cuestión es que no quiere ninguna de estas cosas, sino alguien que le aguante, cada par de días, la descarga de mal rollo (como si fuera un saco de boxeo al que atiza uno para desfogarse).
Yo no tengo complejo de saco al que desfondar a piñazos y aunque, mi opinión, mi ayuda y mi tiempo no sean muy valiosos, son escasos y prefiero usarlos con quien las aprecie.
Una vez que he visto la luz (aleluya hermano, alabados sean los que reconocen sus errores y los enmiendan), si alguien me cuenta un problema le prestaré mi oreja (sólo las tres primeras veces) y le diré mi parecer sólo si me pregunta por él. Sé que las margaritas no son flores muy valiosas, pero a pesar de ello, me da pena tirarlas a los cerdos.