miércoles, 30 de abril de 2008

Bebé murguero


Me encuentro a dos amigas hablando del colegio de sus hijos. Una comenta sobre el comedor y otra sobre la disciplina del centro, y es que ésta última está muy preocupada porque el niño le pueda salir murguero (de esos que tocan en una murga en los carnavales).
La conversación no daría para más si no fuera porque las criaturas objeto de la conversación no llegan a los dos años de vida y porque sus mamás les están planeando su futuro hasta la universidad.
Sé que es bueno hacer las cosas con tiempo, pero creo que ahora vamos demasiado lejos. Pregunto a otros padres y la cosa es hasta peor: algunos ya saben la carrera que hará el vástago dentro de 16 años. Y yo que me quejaba porque preparaba mis viajes con dos meses de antelación: soy un aprendiz.
Desde entonces me pregunto si no llevamos hasta el extremo nuestros deseos, intentando hacer, ser o tener a través de otros lo que nosotros no hicimos, fuimos o tuvimos. Yo, intento no tener ese problema porque si me gusta hacer, ser o tener algo lo busco por mis propios medios. Si lo consigo, bien, y si no, mala suerte. Pero es que yo soy así: un perro verde. Guau, guau.

lunes, 28 de abril de 2008

La felicidad que surgió del frio


Leo un artículo sobre Islandia que me deja helado (que juego de palabras e ideas, ¿eh?). Resulta que allí la gente vive bien, tan bien que ocupan el primer puesto del Índice de Desarrollo Humano de la ONU. Además, no sólo es que vivan bien, sino que son tremendamente felices, los más felices del Mundo.
No me he quedado helado de envidia. Al contrario, me alegro mucho por ellos. Lo que pasa es que, desde pequeño siempre me dijeron que el lugar donde vivo, Canarias, era el paraíso terrenal y ahora lo que leo pone en duda el mito que vengo escuchando desde hace más de 30 años.
Allí parece que casi no tienen sol, ni turistas, ni Mac Donalds, ni familias como Dios manda, ni escombreras por los barrancos, ni colegios privados, ni ejército. Además, tienen un índice de natalidad alto, el de divorcios más todavía, agua caliente gratis, leen muchos libros y otra serie de cosas que me dejan aturdido. Y encima dicen que la base de su felicidad se debe a su sensatez, alegría y optimismo.
Vamos hombre, si quieren ver el paraíso que vengan para aquí, porque a mi no me rompe el mito nadie. ¡Están locos estos vikingos!

viernes, 18 de abril de 2008

Liquidación por cierre


Me encuentro a uno que lee mi blog (son tan pocos que me los conozco a todos) que me pregunta, con mala leche, si he abandonado su escritura, porque hace más de una semana que no pongo nada. Le miro y por la cara que tiene, deduzco que él lleva más tiempo estreñido, que yo sin escribir. Aunque no se lo digo, claro.
De regreso a casa voy caminando y veo que las cosas no va bien. Es rara la calle en la que no haya un local liquidando por cierre, traspasándose o simplemente vacío y en alquiler.
Hasta ahora no me había fijado en ellos. Puede ser porque voy mirando al suelo o porque ahora hay muchos más, y eso se nota. Incluso en calles comerciales, antes muy codiciadas para poner un negocio, resulta que ahora tienen locales disponibles que no se consiguen rellenar.
Me llena de incertidumbre, porque siempre había pensado que comprar era consustancial al ser humano moderno en nuestra civilización. Tengo que averiguar dónde nos estamos gastando el dinero. Si no es aquí, deber ser en otra parte o es que acaso, ya no necesitamos llenar de cosas nuestras vidas.

lunes, 14 de abril de 2008

Ecologista de cartón


En una conversación, un conocido se declara ecologista (quién lo hubiera dicho). Me dice lo preocupado que se encuentra por lo del cambio climático ese y expone, una a una las medidas que deben adoptar los gobiernos y las empresas de todos los ámbitos para frenar el desastre.
Le doy la razón y animado por su buen rollo, despliego igualmente todo mi conocimiento sobre el particular: sobre cómo se debe variar la vida diaria para hacerla más ecológica, la educación ambiental, los cambios en las viviendas para limitar el aire acondicionado, el reciclaje obligatorio, etc. Un recorrido más completo que la guía práctica del ahorro energético.
A medida que voy detallando esto, este conocido no parece tenerlo claro. Para comprobar esta impresión, le pregunto que cuánto recicla. La respuesta me deja helado. Resulta que no hay contenedores de reciclaje en su calle, sino en la de al lado y es una lata llevar unas bolsitas con lo del papel, el vidrio y los envases tan lejos (lejos, es ir de aquí a Tombuctú choleando, pero a la calle de al lado). Sólo las lleva si le cuadra cuando va al trabajo en coche (¿en coche? si trabaja a 15 minutos andando despacito) porque es muy cansado. No puedo más y me voy sin despedirme.
Volviendo a casa reflexiono sobre lo sucedido. Está claro que tener una cierta conciencia ecológica es más cansado que ser un cretino. Pero se consume menos energía. De todo tipo.

domingo, 13 de abril de 2008

Ahora es mío, ahora no


Cada día laborable, me dirijo a media mañana a la cafetería de siempre (para qué cambiar si me va bien) a tomar un desayuno. Intento aprovechar ese momento para hojear el periódico que la cafetería pone a disposición de sus clientes.
Digo intento porque rara vez lo consigo. Como me pasó el otro día, casi siempre hay alguien leyéndolo. Alguien que no se contenta con echarle un vistazo y pasarlo al siguiente sino que escruta todas las secciones, incluídas el horoscopo, los anuncios por palabras y las esquelas: vamos como si fuera suyo y no de todos.
Ese día, después del bocadillo sin lectura del periódico, vuelvo al curro y veo que la misma persona que se apropió del diario, pasa a mi lado y se le cae una caja de cigarrillos. Yo, todo solícito, me agacho para cogerla y devolvérsela. En ese momento, me doy cuenta. La caja está vacía y, en realidad no se le ha caído, la ha tirado.
Asobrado por los hechos, sigo mi camino cabizbajo mientras medito lo rápido que se puede pasar de apropiarnos de lo que es de todos, a utilizar lo de todos como estercolero al creer que no es nuestro.
Desde entonces, estoy pensando en cambiarme a una cafetería sin periódico.

jueves, 10 de abril de 2008

Defecto mariposa


Hablando de hipotecas, leo continuamente que los efectos de la crisis hipotecaria se agudizan. Por otro lado, leo que el consumo de alcohol en Tenerife disminuye. Yo me pregunto si hay relación entre los dos hechos, como una especie de efecto mariposa negativo.
Resulta que un tío en Kansas, John Brown, tiene una hipoteca que le concedió con unos intereses abusivos una entidad hipotecaria americana. Esta entidad había pedido el dinero de la hipoteca a un banco europeo, digamos que inglés, que, a su vez guardaba los ahorros para las vacaciones en Tenerife de sus clientes, entre ellos, Michel Brown, cuyo tío emigró a América y vivía en Kansas y tenía un hijo llamado John (no sé si me siguen).
Pues resulta que el tío de Kansas, John, deja de pagar su hipoteca, el banco americano no puede devolver el dinero al banco inglés y éste no puede hacer lo propio con el dinero de Michael, que no puede viajar a la isla y que por tanto no puede beber diariamente con sus amigos cientos de litros de cerveza.
Llegados a este punto, concluyo que el efecto mariposa es algo aterradoramente cercano y estremecedor: si tengo un primo con hipoteca, no probaré el alcohol en años.

martes, 8 de abril de 2008

Sarna con gusto


Una compañera de trabajo me dice que vivimos esclavizados. Yo me imagino encadenado en las galeras de un barco, remando hasta la extenuación, mientras el capataz no para de gritar y de darnos con el látigo para que boguemos más rápido.
Al verme así de confuso, me aclara que se refiere a que vivimos esclavizados a causa de la hipoteca que hemos utilizado para comprarnos la casa. La casa que empezó siendo de nuestros sueños y acabó siendo de nuestras pesadillas, porque con la subida de los intereses cada vez pagamos más sin que la deuda apenas baje.
En su opinión, semejante deuda nos obliga a trabajar, casi de por vida, sin poder rebelarnos ante ningún poder opresor que se aprovecha sin compasión de nuestra debilidad.
Le digo que la hipoteca es opcional, porque siempre se puede vivir de alquiler. Mirándome fijamente como si estuviera loco, niega con la cabeza. De eso nada, -dice muy segura-, porque pagas todos los meses y, al final, no tienes nada. Nada no, pienso yo, al final siempre te queda tu libertad

jueves, 3 de abril de 2008

10 años erecto


No hablo de mí. Mis ganas. Me refiero a los 10 años que lleva con nosotros la famosa pastillita azul: la Viagra.
Lo que en aquel tiempo surgió de manera estruendosa como la solución a la principal amenaza del hombre moderno (ya se sabe que si la cosa no te sube, te pones triste), se ha convertido en algo tan cotidiano como el Prozac.
Sin duda, el Viagra tuvo un favorable efecto social ya que ayudó a salir del armario a impotentes funcionales que ahora lucían orgullosos sus botitos plásticos con los pequeños tesoros azules en su interior.
Desde aquel momento, la vida en la alcoba ya no fue lo mismo y las mujeres lo saben bien. Con la llegada del milagro, un nuevo mundo de orgasmos diarios se abrió ante ellas. Aunque con el tiempo, esta visión optimista fue cambiando (lo poco agrada, lo mucho cansa) y pronto tuvieron que recurrir al clásico dolor de cabeza y otras invenciones similares para tener la fiesta en paz (o mejor dicho, para que no hubiera fiesta).
Lo que me sorprende es la manera en que se descubrieron sus efectos erectivos puesto que, originalmente, era un medicamento para tratar la hipertensión. Me parecen maravillosas las vueltas que da la ciencia y me pregunto si alguna vez, buscando algún medicamento para la impotencia, los investigadores podrán encontrar de casualidad algo para que empecemos a usar la cabeza.

miércoles, 2 de abril de 2008

Luna de hiel


Me encuentro a un amigo con mala cara por la calle y le pregunto que qué le pasa. El tío va y me lo cuenta: resulta que se casa.
Sin tiempo para decirle nada me relata su vida. Los problemas para encontrar la iglesia (por la iglesia él, que perpetró varias veces en su vida los siete pecados capitales), elegir el fotógrafo adecuado, conseguir todas las flores iguales, hacer dieta para el chaqué que con lo que había costado tenía que quedar impecable, seleccionar los 300 invitados para el convite en el restaurante de moda, concretar el viaje de novios,........ Al tiempo que él detalla toda esta suerte de catástrofe, mi cabeza va poniendo precios a la lista y cada vez la cuenta sale más cara. Al final, se detiene justo cuando la caja registradora que tengo en la cabeza esta cerca de los 30.000 euros.
No me lo podía creer. Él tiene un trabajo con poco sueldo y ella, por el estilo, y ni siquiera podrían permitirse tremendo gasto ahorrando cinco años. Luego me enteré: habían pedido un préstamo a pagar en seis. Así sí.
Al ver su cara descompuesta, no tuve más remedio que darle un abrazo, pero no uno de esos de alegría, sino más bien como los que doy en los duelos para confortar a la familia del finado.
Un locura. Para este caso y otros similares, el cura, al tiempo que los declara marido y mujer, podría declararlos igualmente en bancarrota.