lunes, 14 de abril de 2008

Ecologista de cartón


En una conversación, un conocido se declara ecologista (quién lo hubiera dicho). Me dice lo preocupado que se encuentra por lo del cambio climático ese y expone, una a una las medidas que deben adoptar los gobiernos y las empresas de todos los ámbitos para frenar el desastre.
Le doy la razón y animado por su buen rollo, despliego igualmente todo mi conocimiento sobre el particular: sobre cómo se debe variar la vida diaria para hacerla más ecológica, la educación ambiental, los cambios en las viviendas para limitar el aire acondicionado, el reciclaje obligatorio, etc. Un recorrido más completo que la guía práctica del ahorro energético.
A medida que voy detallando esto, este conocido no parece tenerlo claro. Para comprobar esta impresión, le pregunto que cuánto recicla. La respuesta me deja helado. Resulta que no hay contenedores de reciclaje en su calle, sino en la de al lado y es una lata llevar unas bolsitas con lo del papel, el vidrio y los envases tan lejos (lejos, es ir de aquí a Tombuctú choleando, pero a la calle de al lado). Sólo las lleva si le cuadra cuando va al trabajo en coche (¿en coche? si trabaja a 15 minutos andando despacito) porque es muy cansado. No puedo más y me voy sin despedirme.
Volviendo a casa reflexiono sobre lo sucedido. Está claro que tener una cierta conciencia ecológica es más cansado que ser un cretino. Pero se consume menos energía. De todo tipo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El mundo está lleno de falsos profetas, lo que pasa es que aún nos desconciertan...siga usted caballero desconfigurando conciencias...es un placer.
Una cavernícola