jueves, 3 de abril de 2008

10 años erecto


No hablo de mí. Mis ganas. Me refiero a los 10 años que lleva con nosotros la famosa pastillita azul: la Viagra.
Lo que en aquel tiempo surgió de manera estruendosa como la solución a la principal amenaza del hombre moderno (ya se sabe que si la cosa no te sube, te pones triste), se ha convertido en algo tan cotidiano como el Prozac.
Sin duda, el Viagra tuvo un favorable efecto social ya que ayudó a salir del armario a impotentes funcionales que ahora lucían orgullosos sus botitos plásticos con los pequeños tesoros azules en su interior.
Desde aquel momento, la vida en la alcoba ya no fue lo mismo y las mujeres lo saben bien. Con la llegada del milagro, un nuevo mundo de orgasmos diarios se abrió ante ellas. Aunque con el tiempo, esta visión optimista fue cambiando (lo poco agrada, lo mucho cansa) y pronto tuvieron que recurrir al clásico dolor de cabeza y otras invenciones similares para tener la fiesta en paz (o mejor dicho, para que no hubiera fiesta).
Lo que me sorprende es la manera en que se descubrieron sus efectos erectivos puesto que, originalmente, era un medicamento para tratar la hipertensión. Me parecen maravillosas las vueltas que da la ciencia y me pregunto si alguna vez, buscando algún medicamento para la impotencia, los investigadores podrán encontrar de casualidad algo para que empecemos a usar la cabeza.

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