lunes, 11 de mayo de 2009

Capitalismo etico


Parece que la crisis está cambiando la manera en que hacíamos las cosas. Aparentemente se acabó el despilfarro, la dilapidación, el gastar sin pensar y el comprar cuanto más caro mejor. Sin embargo, por algunos síntomas que veo, me temo que dicho cambio es más visual que real.
Así, según parece, las comidas de empresa (con sus manjares y su barra libre) no se han dejado de hacer, aunque la cuenta ya no la paga la empresa o el jefe sino que se reparte equitativamente entre los comensales, independientemente de si la criatura que come es el director general o el bedel. Igualmente me entero de que los coches de lujo ya no se muestran tanto, y si lo hacen, aparecen en escena sucios, rayados y con alguna abolladura (fruto de la acción dolosa de su acaudalado dueño) que pretende hacer pasar el Porche Cayenne por una furgoneta de reparto.
Las tiendas de marca tampoco lo están pasando bien y no porque tengan menos clientes, al contrario. La razón es que, para evitar la furia de la plebe, han tenido que poner un cartelito de Outlet u otro de Liquidación por cierre en la cristalera y entregan, a los clientes que compran, sus prendas en una bolsa del Hiperdino.
Tampoco las tarjetas oro y platino se dejan ver como antes en los restaurantes. Antes, se entregaban al camarero con la cuenta con todo un ritual de risas y fiestas. Hoy, su uso es más discreto y algún camarero me relata que sus clientes se las dan, con toda discreción, envuelta en la servilleta.
Es evidente que la crisis está cambiándolo casi todo. Lo único que permanece constante es la estupidez humana.

No hay comentarios: