lunes, 20 de diciembre de 2010

A última hora

Siempre me ha pasado lo mismo. A pesar de dármela de tipo organizado, siempre he tenido el defecto de dejar para última hora las tareas más ingratas.
En el colegio eran las redacciones de lengua, en el instituto las derivadas, en la universidad, la asignatura más aburrida. Y el resultado era siempre el mismo: un runrun por no haber terminado las cosas y luego un correcorre para entregarlas a tiempo. Porque siempre se entregaban, aunque fuera al trancazo.
Nos pasa a todos un poco igual, dejamos las tareas ingratas para el final, cuando casi no tenemos tiempos, estamos cansados y además tenemos que hacer el doble de esfuerzo.
Supongo que por eso, ahora se recortan las prestaciones sociales, se reforman los contratos laborales, se aumenta la edad de jubilación y lo que queda por venir.
Seguramente hacer lo ingrato no es tan apetecible como disfrutar del momento divertido despreocupadamente. Pero seguro que hacer las cosas poco a poco, es mejor que todo del golpe.

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