martes, 17 de febrero de 2009

No reanimar


Leyendo el libro de Punset, El viaje al amor, el autor me sorprende diciendo que hay momentos en la vida de las personas en que el pulso se acelera, sube la presión sanguínea del individuo, éste se vuelve olvidadizo, obsesionado, vulnerable, inseguro, celoso, pasa de la euforia a la desesperanza de manera constante, ve alterados los sentidos, se le nubla el buen juicio y la racionalidad y pierde la perspectiva de la realidad.
Tan tremenda dolencia se llama amor.
Si alguno de los lectores ve a una persona con estos síntomas, que no haga nada por curarla.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Los dioses me libren de querer subrayar a Cerebro Punset, pero tengo una hipótesis: eso que usted describe, magister, es enamoramiento. Ferormonas, restos de chimpancé, el olfato agudo y demás pequeñas delicias que tenemos dentro del cuerpo. El amor, desde mi humilde pero práctico punto de vista, viene después. Después de la convivencia, después de haber olido mierdas mutuas, después de haber llegado al lado oscuro, y aún se cuecen mariposas por adentro. Desde luego, que nadie los despierte.

Anónimo dijo...

Qué tal el roiboos? ;)