sábado, 15 de mayo de 2010

Prisión preventiva

Hace no mucho me encontré con una conocida que hacia tiempo que no veía. En tres minutos me contó como había cambiado su vida:  había encontrado una pareja, se había casado, había tenido un hijo y se había separado, en este orden y en apenas dos años. 
Yo la miraba sin saber si darle mis felicitaciones o mis condolencias. Ella, sin mayor atisbo de tristeza, me dijo que su mayor error había sido casarse con una persona que no conocía. No quería decir que fuera un desconocido, claro, sino que no había convivido con él y que, por lo tanto, no sabía si eran o no compatibles (el tiempo se encargó de aclarar la duda).
Si ya es difícil encontrar a alguien con quien compartir la vida, lo es más conseguir cuadrar el compartir el día a día, la convivencia.
Aunque es verdad que el roce hace el cariño, también hace la llaga. Por ello, parece que esta conocida parecía querer decir que es mejor probar a vivir juntos antes de ir a mayores (pasar por el altar o decidir tener hijos).
Es cierto que la convivencia une a la gente, en general, aunque puede también generar tensiones que deterioren la relación. Por eso, debería ser obligatorio que las parejas convivieran durante unos meses antes de pasar por la vicaría o el juzgado. Se ahorraría muchos disgustos personales y familiares y también minutas de abogados.
Al fin y al cabo encontrarse irremediablemente los calcetines usados en la mesa del salón o a la madre de la parienta casi viviendo en tu vida, y pensar que es lo que te espera para el resto de tus días, hace que uno se replantee algunas cosas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo pienso que la convivencia crea tensiones no sólo en la pareja sino también en la familia, lo que ocurre es que cuando vivimos con nuestros padres no nos queda otra y tragamos (y tragan) carretas y carretones. Cuando vivimos con alguien a quien hemos elegido no estamos dispuesto a tanto, pensamos que si lo hemos elegido es perfecto y no es así, porque tampoco lo somos nosotros. Cuando hay problemas de este tipo lo racional es hablarlo, pero si aún así no funciona propongo que recordemos qué nos hizo tomar la decisión de empezar a convivir, tal vez eso nos ayude.

magister dijo...

Las ideas que nos proponen son las lógicas para estos casos: primero el diálogo y luego recordar los puntos de unión.
Quizás lo que no queda claro es qué pasa cuando ese punto inicial para convivir es el matrimonio. Eso es lo que le pasó a la persona que me contó su experiencia: que la razón para convivir con su pareja es que era su marido (supongo que era su marido porque se querían, claro).
Por eso mi propuesta: matrimonio con convivencia previa.