domingo, 23 de noviembre de 2008

Un rayo de sol


Recientemente se ha inaugurado un nuevo espacio cultural en Tenerife, el TEA (Tenerife Espacio de las Artes). Los comentarios que oigo son de elogio al edificio, proyectado por unos famosos arquitectos.
No es que desconfíe, pero esas grandes y caras construcciones que surgen por doquier me dejan algo indiferente porque se habla más del exterior que de la verdadera utilidad para la que fue creado. Me pasa igual que con las cáscaras de los huevos o de los
plátanos: por muy brillante y perfecto que sea el exterior, si lo de dentro no vale, entonces es solo cáscara y nada más.
Para conocer en primera persona el lugar me dirijo al TEA. En la cabeza tengo muchas cifras del sitio y entre ellas el coste, más de 50 millones de euros. Como no me aclaro, lo divido y resulta que es lo que necesitan 137 mil personas para comer durante un año en un país subdesarrollado.
Nada más llegar me dirijo a la gran biblioteca y me quedo verdaderamente deslumbrado. Literalmente deslumbrado porque el sol entra por las cristaleras y pega fuerte en las mesas, los libros y toda criatura viviente que se siente por allí. Como pienso que debe ser coincidencia y que seguramente nadie hace una biblioteca en la que da el sol, vuelvo otra mañana (con gafas de sol y protector factor 40). No sólo no mejora sino que
compruebo que hay muchos más sitios soleados y más libros en peligro de deterioro.
Vuelvo a casa con gran confusión. Seguramente hubo un cambio en el proyecto inicial y el edificio lo iban a destinar a
solarium, pero con tanto cambio político se extraviaron los papeles y acabó así. Para evitar malentendido deberían cambiarle el nombre. Yo le pondría en vez de TEA, TAS (Tenerife Espacio Soleado). ¿No creen?

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