lunes, 19 de abril de 2010

Discúlpeme la sonrisa


Iba yo con mi buen rollo por la vida, sin molestar a nadie, cuando una amiga que me tiene en alta estima me dice que está preocupada por mi.
No lo pillo, porque de entre todas las criaturas que pululan alrededor, seguro que hay muchas que necesitan más consuelo y cariño que este servidor. Aún así, me intereso por lo que tiene que decirme.
Resulta que me recomienda que no vaya por ahí contento ni feliz, ni que esté indisimuladamente de buen humor. La razón que me da para explicar esto me deja frío. Y es que resulta que la envidia recomienda que modere mi expresión de bienestar.
Me explica que, según su experiencia, hay mucha gente que, no sólo está jodida por sí misma sino que además, ve empeorar su estado malestar emocional a causa de la felicidad ajena. Por ello, intentan, en un esfuerzo porque todos estemos igual de mal, fastidiar a los que están bien, es una especie de búsqueda del equilibrio infernal.
El consejo lo aprecio, claro, pero creo que no lo voy a seguir. No porque no valore el riesgo de llevar la contraria a los que están desesperadamente infelices. Al contrario, lo valoro y mucho, pero si no expresara cuando me siento bien, al final, acabaría sintiéndome mal y no habría diferencia alguna entre ellos y yo. Y eso es algo que no voy a permitir por muchas susceptibilidades que pueda herir.

2 comentarios:

Lucas dijo...

Querido Magister,

sin duda hay demasiada gente haciendo malabarismos con teorías y poniendo el ojo en el de enfrente por si acaso lo ofende (o lo deja de ofender, pal caso lo mismo é) y se olvida con cierta frecuencia de que su vida se le está escurriendo de entre los dedos.

Gracias por el recordatorio.

Y muchas sonrisas. Pringadas en pan de una exquisita carne de fiesta, si puede ser.

magister dijo...

Me hiciste recordar a Mafalda que, agarrando un puñado de arena en la playa, le decía a su padre que la vida se iba de igual manera que la arena de entre sus dedos.
Bueno, que cada uno lo vea como quiera, pero que nadie se queje si al mirar por el retrovisor resulta que no ha avanzado casi nada por la carretera. Por mucho que se acelere luego, no se podrá recuperar el tiempo perdido.
Gracias Lucas y si puede ser con sardinas y papas mejor.