viernes, 25 de diciembre de 2009

Desverguenza aprendida


En estos días de compras estoy solucionando los últimos regalos. Al ir a pagar me encuentro con una dependienta que tiene un botón de la camisa desabrochado a la altura del pecho.
Sin más interés que el de que no parezca desarreglada, le comento lo del botón. Ella me lo agradece pero quien me acompaña me mira como si hubiera dicho algo inapropiado
Es en esos momentos en los que me gustaría tener un libro de buenas maneras y normas sociales varias con el que poder validar mi conducta. También lo aplicaría, por ejemplo, para saber si le tengo que decir a alguien con quien hablo, que tiene un trocito de lechuga del bocata del desayuno entre los dientes. O que queda mejor elegir por la mañana los dos calcetines del mismo color (aunque menos moderno, claro).
Es difícil acertar en este asunto. Creo que en un mundo en el que todo fluyera sin dificultad, nadie se tomaría a mal si le dijeran algo así. Al contrario, supongo que lo agradecería.
No creo que exista un libro al que consultar estas cosas, sino que cada uno tiene que aplicar su propio criterio. Por si acaso, si me ves con la cremallera del pantalón bajada, no dudes ni un segundo en decírmelo. Bueno, a menos que te guste lo que ves.

1 comentario:

Rumen Justo dijo...

Joder, lo del boton no!!, hombre!!!, eso es un clásico. Somos así. Saludos.