jueves, 15 de mayo de 2008

Feliz derrota


Unos compañeros de trabajo me convencen para que me presenten con ellos a unas elecciones sindicales en la empresa. Como soy una persona de buena voluntad, especialmente cuando no implica gastar dinero o hacer esfuerzos físicos, acepto la propuesta.
Sin embargo, según avanza la supuesta campaña electoral veo que el resultado no será muy favorable (aunque tampoco esperaba salir elegido) y temo quedar el último. Yo no es que tenga mucha capacidad de arrastrar a las masas, pero sí me disgusta la posibilidad de humillación pública.
El día de las votaciones pierdo aunque quedo en un puesto aceptable. Todos mis conocidos se apenan por mí, me apoyan y le quitamos importancia al resultado a pesar del amargor inicial. Todos no. Mi madre se alegra de mi derrota: "es que ya estás en bastantes cosas" , me dice.
En esto, me pregunto si perder es menos triste cuando te esperas el resultado negativo o siempre duele lo mismo por nuestra innata capacidad de competir por todo, que nos impide ser derrotados sin sentirnos doblemente fracasados (una por perder y otra por no ganar).
Aprendí una buena lección: o me lanzo a ganar o presento a mi madre como candidata. Porque ella, lleva mejor que yo lo de perder.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimado Don ex-compañero, yo que viví tu campaña electoral comprendo los motivos de tu triste derrota y un consejo te daré para la próxima vez, u ofreces algo más atractivo en tu plan electoral o mejor será que presentes a tu madre como candidata, seguro que tendrás más posibilidades de rozar la victoria.
Un saludo.