domingo, 21 de febrero de 2010

Viaje con nosotros: Nueva York (3)

Cae la nieve y no es una frase hecha. Es que cae que jode y blanca como la nieve. Y eso tampoco es una frase hecha.
Resulta que después de 20 años sin caer mas de 30 copos seguidos, a las nubes les ha dado por ponerse a nevar a cubos. El espectculo es bello pero gélido.
Para denunciarlo, nos dirigimos al edificio de la ONU, que está medio raido, por cierto, y donde nuestra resolución de sanciones a los meteorólogos es rechazada por el Consejo de Seguridad con el veto del tipo que estaba cuidando el lugar porque el resto ni se presenta. Ni falta que me hace porque agarro un taxi (tampoco es de aquí el taxista) y tiro para el Guggenheim a disfrutar de la belleza del arte moderno y de un edificio que es arte igualmente.
Mas abajo de la quinta avenida y dejando Central Park nevado hoy hasta las rodillas, visitamos el Metropolitan y disfrutamos de un arte más clásico, al gusto de cualquier paladar que se emocione ante la belleza.
Caminando hacia el sur atravesamos la zona del Rockefeller y su pista de patinaje donde la gente intenta no perder los dientes al caerse como fardos sobre el hielo. Aunque mi primer impulso es lanzarme al ruedo, me imagino a mi dentista llorando al contarle que perdí quince piezas, un empaste y tres puentes al chocar contra la valla de protección, y se me quitan las ganas.
Como estamos inspirados, y con ganas de cantar y dar palmas, compramos unas entraditas para el musical Hair que tan buenas críticas ha recibido por parte del hermano y la madre de uno de los que se encargan del atrezzo de la obra. Me descubro ante tanta gente con talento y maldigo mi falta de oído para la música que me priva de tocar siquiera la zambomba en Navidades sin desafinar como un serrucho.

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